General San Martín
José Francisco de San Martín y Matorras, “El libertador” o “El padre de la patria” nació en Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú, Corrientes, en el entonces virreinato del Río de La Plata el 25 de febrero de 1778. Fue hijo de Gregoria Matorras y Juan de San Martín, español a quien le había sido designada la gobernación de la provincia de Corrientes. Junto a sus padres y a sus cuatro hermanos, se fueron a vivir a Buenos Aires cuando San Martín tenía apenas tres años. Luego, a sus cinco, toda su familia se trasladó a Málaga, España.
Allí comenzó sus estudios. En la Escuela de Temporalidades de Málaga, José de San Martín aprendió castellano, alemán, francés y latín, así como, también, baile, dibujo, esgrima, matemática, historia y geografía. Además de esta larga lista de conocimientos obligatorios que San Martín adquirió de joven, siempre tuvo un particular interés por la vida militar.
A sus apenas once años ingresó como cadete en el Regimiento de Murcia. A sus trece, fue enviado a luchar en el norte de África en las batallas de los españoles contra los moros, siendo esta la primera de muchas batallas a lo largo de su vida. Todavía apenas un adolescente, participó de las guerras contra Portugal y Gran Bretaña.
San Martín era muy reconocido y obtuvo un importante prestigio militar en lo que fueron las llamadas “guerras napoleónicas”. Allí las tropas españolas se enfrentaron al ejército francés en la invasión a España.
Para mayo de 1810, José de San Martín todavía vivía en España. Por lo que nada tuvo que ver en el famoso cabildo argentino que declararía la independencia rioplatense de la corona española, aunque sí tendría mucho protagonismo a la hora de frenar los intentos de reconquista españoles.
En 1811, renunció a su carrera militar en España y decidió irse a vivir a Londres. Allí asistió a La gran reunión americana, también conocida como La madre de las logias, donde masones y conspiradores de todas partes del mundo (entre ellos Simón Bolívar) se reunían y planificaban la lucha por la independencia total de los pueblos latinoamericanos de la corona española.
En enero de 1812, se embarcó desde Londres hacia Buenos Aires. Aquí comenzaría una nueva etapa en la vida del general San Martín.
Tan solo unos pocos días después de su llegada, se puso a las órdenes del triunvirato rioplatense y ofreció sus servicios en pos de formar un ejército de granaderos cuyo objetivo sería expulsar a las tropas realistas de suelo americano y proteger las costas del río Paraná.
San Martín, junto con el Lord Macduff, militar escocés que había conocido en la gran reunión americana, formó en tierras latinas “su propia logia”, que conjuraría planes independentistas. Este grupo se apodó La logia Lautaro.
En su permanencia en la ciudad de Buenos Aires, conoció en una de las tantas tertulias a las que asistía a su futura esposa: María de los Remedios de Escalada. Él tenía treinta y cuatro años y ella, catorce.
El 3 de febrero de 1813, acompañado de tan solo veintiún granaderos a caballo, San Martín logró defender en la batalla de San Lorenzo a la costa argentina de doscientos soldados españoles. Fue así como de a poco se fue ganando el respeto y la admiración de toda la elite criolla independentista. En el combate, el caballo de San Martín fue herido y cayó sobre su amo, dejándolo así, inmóvil y vulnerable. En el momento en el que un soldado realista estaba a punto de rematarlo, el granadero Juan Bautista Cabral se interpuso en el camino de la bayoneta. Dada su valentía, el soldado fue ascendido post mortem a sargento. Así dio comienzo a la Marcha de San Lorenzo que dice: “Cabral, soldado heroico…”.
Por su gran hazaña en San Lorenzo, se lo designó jefe del ejército del norte (norte argentino-chileno) que, hasta el momento, estaba comandado nada más y nada menos que por otro prócer argentino: Manuel Belgrano. El ejército del norte era, sin duda alguna, la mayor responsabilidad que le podrían haber asignado. Por esa zona se encontraba el mayor foco realista: en el norte argentino y chileno, y en el sur del Alto Perú, más específicamente, en la ciudad de Lima.
El objetivo de San Martín era liberar el Alto Perú, conquistando Lima. Pero el General no quiso atravesar el norte argentino, como era de costumbre, porque no quería pasar por la altura y sufrir de falta de oxígeno. Por eso, decidió guiar a sus tropas por lo que hoy conocemos como la ciudad de Mendoza, Argentina. Allí se instaló y planeó su paso al país vecino, Chile, con el objetivo de usar un camino alternativo. San Martín y su ejército cruzaron la cordillera de Los Andes y llegaron en veinticinco días. Para complicar aún más el panorama, no solo debían ahora emprender camino hasta Lima, sino que Chile estaba también conquistado por los realistas, por lo que, primero, debían liberar e independizar Chile.
Previo a cruzar la cordillera, en la ciudad de Mendoza, San Martín tuvo a su primera y única hija, Mercedes Tomasa, con su esposa Remedios. Se comenta que previo a emprender el viaje a Chile en 1817, San Martín se despidió de su esposa por última vez, porque ella falleció seis años más tarde, mientras San Martín aún seguía combatiendo.
El 5 de abril de 1818, tuvo lugar la Batalla de Maipú, donde se aseguró la independencia chilena.
San Martín fue nombrado capitán general del ejército chileno y emprendió viaje hacia Lima. Allí, el ejército se encontró con una situación muchísima mejor de la que se esperaba y tuvo la posibilidad de negociar la rendición del Virrey De La Serna, permitiendo así la sencilla entrada a la ciudad. Se proclamó la independencia peruana el 15 de julio de 1821.
José de San Martin fue convocado por el mismísimo Simón Bolívar para que vaya hacia Venezuela y siga planeando la liberación americana. Sin embargo, esta última misión no se concretó. San Martín y Bolívar tuvieron un breve encuentro en la ciudad de Guayaquil, en donde el argentino le delegó al venezolano la responsabilidad de continuar con su legado libertador. Después de esa reunión, San Martín dejó todos sus cargos políticos y militares, y regresó a Buenos Aires.
Instalado ya en la capital argentina, San Martín no tuvo casi participación política. De hecho, tenía una fuerte postura en contra de toda desunión entre unitarios y federales, y creía que las diferencias perjudicaban más de lo que beneficiaban a la Nación. Por ese motivo, es que decidió abandonar el país junto a su hija “Merceditas”.
Juntos, estuvieron tres meses en la ciudad de Montevideo y, luego, se trasladaron a París. Al poco tiempo, se mudaron a la ciudad costera de Boulogne-sur Mer, en donde José de San Martín falleció el 17 de agosto de 1850, a sus setenta y dos años.
San Martín, es su testamento, pidió que no se le hiciera un funeral ni acompañamientos al cementerio. También, solicitó que sus restos fueran sepultados en la ciudad de Buenos Aires, algo que sucedería treinta años más tarde. Hoy en día su féretro yace en la Catedral de Buenos Aires, aunque existen diversos mitos que aseguran que sus restos no se encuentran allí dentro, ya que, al ser masón, la iglesia no hubiera estado de acuerdo en que descansaran allí. De todas formas, su sarcófago (con o sin sus restos) se encuentra en la capital argentina, donde lo custodian siete granaderos que simbolizan los únicos siete soldados que volvieron a sus hogares, luego de su travesía independentista por el continente americano.